23 octubre, 2011

El perdón como elemento social estructural

Foto: UARM
por Alonso Nuñez del Prado*

Hannah Arendt afirmó que el hombre es incapaz de deshacer sus acciones, pero tiene la facultad de perdonar. “Sin ser perdonados, liberados de las consecuencias de lo que hemos hecho, nuestra capacidad para actuar quedaría, por decirlo así, confinada a un solo acto del que nunca podríamos recobrarnos¸ seríamos para siempre las víctimas de sus consecuencias”[1] Históricamente hemos desperdiciado sistemáticamente el valor del perdón y la reconciliación (P & R) relegándolos a temas religiosos y de ética personal. Han sido necesarias las reiteradas guerras, los abusos y la violencia de todo tipo y las más recientes comisiones de la verdad, instauradas en diferentes países, para que se haya empezado a pensar y estudiar el P & R como elementos o fuerzas que pueden ayudarnos a vivir mejor. Se hace indispensable liberar al ‘Perdón’ de la cautividad religiosa e ingresarlo entre las virtudes políticas… y del crecimiento de las personas. P & R están en nuestros días en la frontera entre la ética y la política.

Nelson Mandela dijo que “no hay futuro sin perdón y reconciliación”[2] y no se equivocó, porque hoy sabemos que la construcción de la paz será resultado de éstos, pero sin olvidar que hay otro ingrediente de suma importancia y es la ‘justicia social’. A estas alturas no podemos negar que la inequidad es fuente de odios y resentimientos, en especial cuando los desposeídos viven por debajo de la línea de pobreza y no tienen satisfechas sus necesidades básicas y son considerados como objetos sin derechos y resultado de las circunstancias o peor de no haber trabajado lo suficiente. Esto ocurre a partir de una idea muy difundida en nuestros tiempos que predica que las buenas condiciones de vida son el resultado del esfuerzo, olvidando que muchos no tienen oportunidades, ni acceso a la posibilidad de construirse una vida mejor y otros no tienen las capacidades para hacerlo.

Después de los atentados del 11 de septiembre y de que continuaran los actos de terrorismo en otras partes del mundo, se hace indispensable pensar en resolver el problema de la pobreza en el mundo si se quiere evitar lo que podríamos llamar una ‘globalización del terrorismo’. Como bien ha dicho Leonel Narváez Gómez, “es verdad que la falta de desarrollo impide la superación de la violencia, pero también es claro que la violencia obstaculiza el desarrollo”[3].

Las Escuelas de Perdón y Reconciliación (ESPERE) –fundadas en Colombia, pero que luego se han extendido por varios países de Latinoamérica, además de los Estados Unidos y Canadá– a uno de cuyos talleres tuve el privilegio de asistir y que pronto tendrán un encuentro internacional de Lima, organizado por el Instituto de Fe y Cultura de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya, tienen por objeto sanar el corazón de las personas y de los pueblos, logrando que las víctimas y los victimarios perdonen y se reconcilien para que ambos avancen en la construcción de proyectos de vida dignos, recobrando tres aspectos esenciales: el significado de la vida, la seguridad en sí mismos y la socialización[4]. Las ESPERE sostienen que son las víctimas las que tienen el derecho y el poder de perdonar. Absurdamente, se gasta ingentes cantidades de dinero en castigar y eliminar a los victimarios, olvidándose el drama y las necesidades de las víctimas y que las estadísticas muestran que un alto porcentaje de los primeros, fueron primero víctimas que no lograron trabajar sus rencores y deseos vindicativos. Hoy se reconoce que la justicia punitiva debe ir acompañada de justicia restaurativa.

A través de los tiempos se ha reflexionado sobre la guerra, la agresión y la violencia y sus traumas y consecuencias psicológicas y sociales, pero sobre el perdón y la reconciliación casi nada. John Burton y después Herbert Kelman han sostenido que la violencia ocurre cuando hay gente aplastada por sentimientos de impotencia, cuando se niegan la autoestima, la identidad y el reconocimiento y, que la violencia y la agresión, en general, se expresan a través de reacciones físicas, cuando las otras formas expresión resultan constreñidas (el poder ser, el poder de autoafirmación)[5].

Es indispensable tener presente que, como casi todo lo valioso, la paz se aprende, se ejercita y requiere de disciplina y esfuerzo. No se impone por la fuerza. Se han desarrollado[6] tres conceptos que ayudan a entender mejor la problemática. Estos son: ‘peacekeeping’ (mantener la paz), ‘peace-making’ (hacer la paz) and ‘peace-building’ (construir la paz). Las dos primeras son estrategias a corto plazo que con frecuencia implican intervención armada, mientras que la tercera es una estrategia de largo plazo, en la que se enfatiza el valor del P&R como importantes métodos para resolver la violencia. Desafortunadamente, poca gente las tiene en cuenta y no son consideradas como una prioridad en la construcción de la paz. Haríamos bien en recordar la frase del padre Narvaez: “Si la paz es la democracia en su forma más pura, la democracia es el logro de pactos estables fundamentados en el ejercicio del Perdón”[7].

Por desgracia, la dimensión horizontal del pecado que tan claramente aparece en el Evangelio: “reconcíliate primero con tu hermano” (Mateo 5, 20) y que luego se practicara en el cristianismo primitivo, ha sido olvidada por la Iglesia y ahora constituye una práctica realizada sólo con Dios, en algunos casos a través del sacerdote en el sacramento de la confesión. Se ha separado al ofensor y al ofendido, nos reconciliamos con Dios, pero no le pedimos perdón al ofendido.

No perdonar nos lleva por caminos poco sanos. Cuando acumulamos y no procesamos pensamientos negativos, se terminan por convertir en sentimientos del mismo tipo y homogenizamos a los otros, los deshumanizamos y al final los satanizamos.

Las ESPERE sostienen que víctimas y victimarios de la violencia quedan con traumas o heridas que necesitan sanar. El proceso de sanación tiene cuatro momentos metodológicos principales: crear un ambiente seguro, contar la historia, hacer duelo y reconectarse. Han adoptado también la siguiente definición de perdón[8]: “es la voluntad para dejar de lado el derecho al resentimiento, al juicio negativo y a la conducta indiferente hacia uno mismo o hacia otro que nos ha ofendido y alimentar, en su lugar, sentimientos de compasión y generosidad hacia uno mismo o hacia el ofensor”. “Lo que se anula con el perdón no es el crimen, sino el efecto distorsionador de la relación con la víctima, de tal modo que ello no le siga perjudicando su autoestima” [9].

Por otro lado hay que reconocer que P&R no son posibles sin justicia y verdad. Conocer la verdad es indispensable para que las víctimas puedan abrir caminos de Reconciliación. P&R no quiere decir impunidad. Las víctimas demandan justicia y solicitan que se les contribuya material o simbólicamente en la reparación del mal causado. Los actos simbólicos de reparación sirven para hacer duelo-luto y para ritualizar cierres simbólicos. A través de la reparación simbólica, las víctimas recuperan un mínimo de seguridad, identidad y sentido de vida[10]. La reparación es un medio fundamental para transformar la memoria negativa de la ofensa y ganar control sobre ella. Más que el valor de la reparación lo que cuenta es el rito en el que se consagra. La justicia implica el concepto de solidaridad y de compasión.

Las ESPERE proponen que: contra la irracionalidad de la violencia es necesario proponer la irracionalidad del P&R. El concepto de Justicia no se refiere, sólo a la retribución sino también a la restauración. Hay que recuperar la dignidad de las personas, del ofensor y del ofendido,[11] consiste en restaurar a la totalidad de la sociedad[12], poniendo el acento no en el crimen, sino en el efecto relacional distorsionador que conlleva. Para las ESPERE personas de un mismo grupo humano reunidas y entrenadas pueden convertirse en ayuda para diseñar metodologías comunitarias de P&R. Las ESPERE son grupos de personas que, bajo la dirección de animadores entrenados, crean un ambiente de cooperación y solidaridad para tratar de superar rencores y ansias de venganza.

Una de las primeras necesidades de las víctimas de la violencia, para resolver sus traumas consiste en encontrar un grupo de personas con las que puedan compartir su dolor y conocer la injusticia que se les infligió[13]. Los grupos ofrecen los elementos indispensables para facilitar el proceso de sanación por medio del P&R: seguridad, ambiente de pertenencia, un público que reconoce la injusticia y el dolor, relaciones de poder alternativas, un nuevo sentido de ley y orden. Además, en los grupos los problemas son reinterpretados colectivamente e interpretados en su debido contexto[14], además de que animan a las personas a proyectar ideales altruistas y superar problemas, ayudan a las víctimas a recuperarla[15].

Popularmente, el P&R son considerados actividades ingenuas, para muchos, actividades imposibles. Sin embargo, un número creciente de investigadores consideran que son poderosos instrumentos sociales para disminuir el sufrimiento de las víctimas. P&R son herramientas poderosas para la construcción de la democracia, la convivencia y la paz. Las personas y las comunidades que practican el P&R tienen niveles de progreso y desarrollo más elevados que quienes no lo ejercen.

* Abogado-MBA. CVX Siempre. Director Ejecutivo del Observatorio de cumplimiento de planes de gobierno del Perú.


  1. La Condición Humana. Seix Barral, Barcelona 1974, Pág. 311
  2. Esta frase fue hecha célebre por Desmond Tutu, Premio Nobel de la Paz (1984)
  3. Elementos Básicos del Perdón y la Reconciliación. En: www.fundacionparalareconciliacion.org. Este artículo, fue publicado inicialmente por la Fundación para la Reconciliación en 2004, reproducido ahora en el libro Desmobilizacion, camino hacia la paz, Bogotá, 2005. El padre Narvaez es el fundador (2003) de las ESPERE.
  4. La teoría y el método de las Escuelas de Perdón y la Reconciliación (ESPERE) son, el resultado de 15 meses de conversatorios semanales con un grupo multidisciplinario de profesionales (psicólogos, psiquiatras, sociólogos, politólogos, economistas entre otros) de la Universidad de Harvard, durante el período Octubre /99 a Febrero 2001.
  5. Citados por Leonel Navaez en artículo mencionado. Pág. 6.
  6. Galtung, J. Three realistic approaches to peace: peacekeeping, peacemaking, and peace building, Citado por Leonel Narvaez en artículo indicado antes. Pág. 7.
  7. Artículo citado. Pág. 7.
  8. Enright Robert, Freedman Suzanne, Rique Julio, Interpersonal forgiveness en Enright R and North J. Exploring forgiveness, Madison, University of Wisconsin Press, 1998, Op Cit., Pág. 46-47.
  9. North Joanna, The ideal of forgineness: a philosopher´s exploration, in Enright and North. Op Cit. Pág. 17- 18.
  10. Pensamientos muy inspiradores se encuentran en M. Ignatieff, The Warrior´s Honor: Ethnic War and the Modern Conscience, London: Chatto & Windus, 1998, Pág. 169.
  11. En Guatemala the Historic Clarificatory Commission como parte del acuerdo firmado en Diciembre de 1996, recomendó medidas especiales para promover la reconciliación y terminar con la impunidad: reformas a los aparatos judiciales y de seguridad, reparación a las víctimas, implementación de políticas de exhumación para centenares de fosas clandestinas, y una purga drástica en las fuerzas armadas. In Human Rights Watch, World Report 2000, Pág 130.
  12. Dickey, Forgiveness and crime, en Enrigth Op. Cit. 107, El profeta Amos (5,24), hace diferencia entre Mispat y Sedaqa. Mispat es la justicia aplicada por el juez. Sedaqa es la justicia aplicada por una persona justa e implica los conceptos de misericordia, compasión y entendimiento.
  13. Martha Minow, Between vengeance and forgiveness: facing history after genocide ans mass violence, Boston: Beacon Press, 1998.
  14. Cfr Chambers Liza, Strategic choices in the design of truth commissions: promoting victim healing. Masters Thesis at Kennedy School of Government; Harvard University, April 29, 2000, Pág 26-27. Chambers menciona algunos autores que sostienen esta tesis.
  15. Herman, Op. Cit., Pág 58.

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