24 diciembre, 2015

Una posible y continua Navidad

La llegada de la Navidad trae la tierna imagen de una joven madre cargando a su hijo recién nacido. Este niño, representado en las pinturas renacentistas italianas, con ojos azules, mejillas sonrosadas, rechoncho y de cabello rubio confirma la hipótesis del filósofo griego Jenófanes quien afirma que la figura divina adopta la propia imagen de quien la cree. Hace más de 500 años que los europeos arribaron a nuestra América y todavía hoy el niño Jesús luce así en estampas y templos.

Sin embargo, la celebración de la Navidad debe traer a la mente a los niños concretos de carne y hueso como el Jesús nacido en Belén hace más de dos mil años, presumiblemente de tez morena y cara ancha, o el niño Aylan Kurdi, de tan solo tres años, encontrado ahogado en una playa de Turquía cuando junto a su familia escapaba del horror de su natal Siria. También podemos pensar en las 219 niñas nigerianas todavía secuestradas por el grupo yihadista Boko Haram que, según testimonio de quienes lograron escapar, eran violentadas física y sexualmente. O evocar a los niños sirios que recibieron patadas y zancadillas de parte de una camarógrafa húngara.


En este tiempo navideño tampoco podríamos dejar de lado a los niños soldados de África, a los niños que sufren condiciones de esclavitud laboral en fábricas textiles, ladrilleras o minas informales de Asia, África y América Latina. A las niñas obligadas a prostituirse, a los niños que no van a la escuela porque “tienen” que trabajar o que mendigan en calles y plazas, a los que se drogan, roban o están involucrados en el sicariato o en mafias. Sin olvidarnos de aquellos miles de niños en todo el mundo que están en situación de abandono moral porque sus padres, ricos o pobres, laboran casi todo el día.

El sufrimiento de aquellos niños nos indigna, preocupa y nos motiva a actuar. Así como hoy, hace más de dos milenos unos pastores fueron testigos de un similar escenario: un niño recién nacido en un lugar poco apropiado, seguramente una cueva o una estancia de animales. Dicha imagen, parafraseando a Vallejo, conmueve y mueve el corazón en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte. Los relatos bíblicos ofrecen una fotografía  idílica del encuentro en el que los humildes hombres de campo adoran al neonato.

Según el Diccionario de la Real Academia adoración es también amar con extremo. El amor se demuestra en actos y gestos concretos por ello los rudos pastores, ante inusual y tierna escena, asistieron a José y María, les proveyeron de mantas, comida y posiblemente, limpiaron el lugar del parto.

Como los humildes hombres de campo nosotros debemos animarnos y comprometernos para liberar, sobre todo a los más indefensos, de las situaciones de desesperanza, drama, guerra, injusticia que afligen al mundo entero. No solo ayudar entregando un óbolo o apoyando a una campaña de ayuda social esta Navidad, época en que los corazones se ablandan, como denunciaba el personaje principal de la novela El túnel de Sabato en la que solo “se resuelve el problema psicológico del señor que compra así, por casi nada, su tranquilidad espiritual y su título de generoso”.

No, ayudar de verdad con entrega y sacrificio. Este año han sorprendido actitudes generosas, como la de los colegas del francés Jonathan Dupré que decidieron donarle 350 días de sus vacaciones para que este pueda estar con su hija de cinco años que sufre de cáncer al riñón y la acompañe a las sesiones de quimioterapia. O los pobladores de la pequeña localidad de St. George en Canadá que recrearon en octubre el espíritu navideño para que el pequeño Evan Leversage de 7 años disfrute su última Navidad. Evan murió este mes y ahora su familia ha iniciado una campaña para recaudar fondos para la investigación del cáncer infantil.

De igual manera, el talante del ciclista español Agustín Navarro que, ubicado en el cuarto puesto, no adelantó al ciclista que marchaba tercero al cual se le averió la bicicleta y la llevaba en hombros. Considerado por muchos como el gesto deportivo del año, este se coronó cuando Navarro rechazó el premio que el rival le ofreció como agradecimiento.

Asimismo,  la conducta intachable de profesores que voluntariamente colaboran con la educación de niños y niñas en zonas de pobreza extrema sin agua potable, luz eléctrica o conexión a internet. Pero, no solo en Navidad se puede asistir y no siempre se hallan situaciones extraordinarias para socorrer a quien lo necesita. Desde donde estamos, de modo ordinario y corriente se puede concebir una Navidad posible que no alegre solo un corazón sino que repare situaciones de desamparo físico o espiritual de más de uno.

Desde lo más simple, cumplir con nuestras obligaciones estudiantiles o laborales, en el transporte público ceder el asiento a quien lo requiera, como conductor respetar las señales de tránsito, ceder el paso, no coimear a los policías, no tirar basura a la calle, reciclar, no dedicar jornadas completas al trabajo y compartir tiempo con los hijos. Utilizar el cinturón de seguridad, usar los puentes peatonales, saludar, esbozar una sonrisa hacia el compañero o amigo, no colarse. Denunciar el maltrato a la mujer, a los homosexuales y combatir la discriminación.

Es decir, permitir que el Reino de Dios se instaure en la tierra hoy, demostrar que el niño Jesús ha nacido. Que se puede instaurar una Navidad continua, que el tiempo de misericordia, de amor, de perdón y de ayuda generosa sea perenne. Que hagamos realidad una feliz Navidad posible y continua.

                               Oswaldo Díaz Chávez (Tito)
CVX - Comunidad Pedro Arrupe

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