LA UTOPÍA[1]
“Busquen
el Reino de Dios y todo lo demás se les dará por añadidura” Mt. 6, 33
“Bástale
a cada día su propio afán” Mt. 6, 34
“Ama
y haz lo que quieras”[2]
Agustín de Hipona
por Alonso Núñez del Prado S.*
El mundo que
queremos, no se parece en absoluto al que habitamos. Es un mundo en el que las
personas no competimos, sino que nos ayudamos unos a otros, sabiendo que somos
seres únicos y diferentes y que si todos colaboramos, la tierra en que moramos
será cada vez un lugar mejor para vivir. Intentamos hacer las cosas bien, no
para ganarle al otro, sino para ser mejores nosotros mismos, tratamos de ser
competentes, no competitivos, lo que hacemos y logramos tiene por objetivo
mejorar la vida de todos y no sólo la de nosotros y nuestros hijos. Nos hemos
percatado que nuestra realización como personas pasa por la de nuestro entorno
del que al final somos parte.
Somos
conscientes que la palabra libertad es engañosa y que la mayor parte de veces
nuestras decisiones están grandemente condicionadas, que en verdad son pocas
las que tomamos en la vida y que son éstas las que marcan las que las siguen,
que creer en una libertad permanente es una forma de auto-engañarnos, que no
tener planes y luchar por ellos sólo nos puede llevar a ser una especie de
barcos de papel en medio de un río caudaloso. Sabemos que muchas de ‘nuestras’
opiniones no son verdaderamente nuestras, sino que nos han sido impuestas desde
fuera, por la cultura y el medio en que vivimos y habitan en nuestro
subconsciente sin que podamos darnos cuenta.
Nuestra
libertad tiene como límite los derechos de los otros seres humanos, incluso los
que todavía no han nacido, por la sencilla razón de que todo va de ida y vuelta
y nos podría tocar estar del otro lado. En consecuencia, la justicia es parte
importante del sistema y el bienestar de todos es lo que queremos edificar,
aunque todavía hoy parezca imposible. Recordemos cuántos de nuestros logros de
hoy hubieran parecido absurdos hace algunos siglos. El ser humano puede llegar a
ser como algunos de los de grandes ejemplares de la historia. No es que sean
las excepciones, sino las muestras de que en nuestras almas habita la semilla
de la eternidad y ser como ellos es posible. Tenemos que superar esa idea del
hombre egoísta por naturaleza e ir por la senda de creer en nuestras
posibilidades. Miremos un poco más lejos y veremos que la construcción del
Paraíso no es un sueño de los idealistas, sino una realidad que tenemos que
elaborar día a día.
En ese mundo
que queremos, las leyes, los gobiernos, las instituciones y empresas, los
medios de comunicación, las máquinas, la tecnología y todas las cosas están al
servicio del hombre, la mujer y su realización. La propiedad es usada en
beneficio de todos y se ve muy mal que alguien herede más de lo necesario. Como
para Jesús de Nazareth, sólo hay dos absolutos: Dios y el ser humano. Todo lo
demás son medios, pero el hombre es parte del Mundo y el Universo y su
preservación está atada a su destino. Los destrozos ecológicos van en desmedro
de nosotros mismos, de lo que buscamos y deseamos.
En el fondo
de cada ser humano habita Dios, así como en los demás seres vivientes, en los
ríos y cascadas, las montañas y los valles, los árboles y las selvas, la
inmensidad del mar y las playas y abismos que lo bordean. La realidad tal como
la conocemos es el camino equivocado que la humanidad tomó hace mucho tiempo,
pero hay otros mejores y más cercanos a la verdad. Y va siendo hora que
enderecemos, porque es evidente que lo que hemos erigido no concuerda con
nuestros anhelos más profundos y es falso que tengamos que aceptar que las
cosas tienen que ser así.
El libre
mercado, que resulta hoy necesario por el fracaso de los sistemas de economía
planificada desde el Estado, es sólo un hito en el camino de la construcción de
un mundo mejor. El sistema en que vivimos necesita del consumismo y éste sólo
nos hace esclavos que no son conscientes de serlo, manipulados por la
publicidad y los medios. La ‘felicidad’ del hombre moderno consiste en
divertirse, que significa consumir artículos, espectáculos, comida, bebida,
libros, películas. Sin embargo, la sensación de vacío y fracaso es notoria. No
es cierto que estemos por el camino de construir un mundo mejor, sino que de
alguna manera hemos fabricado el ‘Mundo feliz’ de Huxley en que es válida su
afirmación: ‘Nunca dejes para mañana la diversión que puedes conseguir hoy’.
La
autenticidad hoy día es confundida con la locura. La cordura es casi
equivalente al ‘aparentar’. En el mundo que queremos todos somos transparentes
y nadie quiere parecer diferente a lo que es. Las alegrías y los sufrimientos
se comparten y la solidaridad es una práctica generalizada.
San Isidro,
1° de septiembre de 2012
* CVX Siempre, Magíster en
Filosofía
Publicado en la Revista Ideele
[1] Utopía viene del griego οὐτοπία (οὐ,
no; τόπος, lugar) que sería lo que no tiene lugar, aunque también es
posible que se derive de εὐτοπία (εὐ, buen; τόπος, lugar),
que podría traducirse como el lugar de la dicha y la felicidad.
[2] La cita completa
es: "Ama y haz lo que quieras. Si callas,
callarás con amor; si gritas, gritarás con amor; si corriges, corregirás con
amor; si perdonas, perdonarás con amor. Si tienes el amor arraigado en ti,
ninguna otra cosa sino amor serán tus frutos."
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