12 julio, 2011

Racismo y Apartheid en el Perú

En algunos aspectos, en el Perú, todavía vivimos en la Colonia o quizá aún más atrasados; y uno de ellos es nuestro profundo racismo, que muy pocos reconocen, menos aún públicamente. En nuestro país hay algunos que se consideran “blancos”, siendo el resto cholos, indios, negros y todas las mezclas resultantes del mestizaje. Mas el problema es que a partir de allí, el sistema  discriminatorio continúa en degradé y así como uno desciende en la clase social, va viendo como siempre hay alguien más abajo a quien cholear, hasta puntos que desde cierta perspectiva parecen absurdos. Así, me enteré, hace poco, de cómo una madre de raza negra se oponía al matrimonio de su hija con otro del mismo color, porque era “muy moreno”. ¿Alguna vez se han puesto a pensar en cómo verá un europeo nuestro racismo? Debe parecerle tan ridículo, como nos parece a nosotros la historia que les acabo de contar.

Lo gracioso de todo esto es que en ciertos ambientes, si alguien critica esas posiciones o defiende una mayor integración, se le mira “feo” o se sospecha de él. Como, felizmente, las principales leyes, ya no permiten el trato discriminatorio, todos ocultamos nuestras propias creencias al respecto y tratamos que en los ambientes en que nos movemos, clubes, playas, amigos, etc., no “sufran” la invasión de “los de otra clase social”. Lo que, por lo demás resulta cierto, porque por ejemplo, un condominio se mirará a menos, si viven allí personas que por su color o raza, no son “blancos”, aunque la importancia de lo económico haya terminado por hacernos reconocer que “la plata blanquea”.
 
Nosotros, los peruanos, todavía establecemos la clase social de las personas por su color y raza, mientras que en otros países —en los que las diferencias raciales no son tantas— lo hacen por la forma de hablar, vestir y conducirse. Los patrones estéticos que tenemos metidos en la cabeza, nos hacen ver como feos los rasgos de otras razas y difícilmente permitiríamos el matrimonio de uno de nuestros hijos, por ejemplo, con alguien de raza oriental aunque, felizmente, en ese aspecto, estamos mejorando, sobre todo si el oriental tiene fortuna.
 
Todavía hay, sin embargo, algunos rezagos de este absurdo racismo, que en ciertos ambientes llega hasta posiciones cercanas al conocido apartheid sudafricano, y algunas personas pretenden mantener sus entornos lo más alejados de la “contaminación” que significa incluir en el paisaje a personas de otras razas o clases sociales, argumentando, eufemísticamente, que son maleducados, tienen “otras costumbres” y que ponen a riesgo la salubridad, si no es la seguridad, porque “seguro son delincuentes”.
 
Lo que habría que preguntarse, es cuál es el origen del racismo de las clases más altas, porque sin duda en las otras es la repetición de la discriminación de que son objeto. ¿Cuál será pues el maltrato sufrido, que está detrás del comportamiento de todos esos “blancos” —aparte del recuerdo de la discriminación de que fuimos objeto en su momento los criollos por los propios españoles? Me temo que incluso dentro de esta clase existe el degradé y siempre hay quien se siente más y mira a los otros por encima del hombro, sin sustento alguno.
 
No estaría demás, que ciertas “clases”, trataran de culturizarse un poco más y aprendieran, finalmente, que las personas valen por lo que son y no por su raza, color ni fortuna. Afirmar esto es una perogrullada en ambientes de cierto nivel cultural, mas hay todavía un significativo número de personas que creen tener el mencionado nivel, pero insisten en su apartheid y racismo, sin darse cuenta que intelectualmente hacen el más completo ridículo.
 
Aunque algo hemos avanzado, todavía somos un país desintegrado, en el que cada uno trae agua para su molino, sin darnos cuenta que, finalmente, a quien hacemos mayor daño es a nosotros mismos, al no permitir el desarrollo de nuestra patria. Hay, por desgracia, algunas personas que, en pleno siglo XXI, sugieran exterminar a los indios y cholos para hacer posible el desarrollo del Perú, olvidando lecciones que la humanidad ya ha aprendido hace mucho tiempo.
 
San Isidro, 28 de marzo de 2003

por Alonso Núñez del Prado (CVX Siempre)

Publicado en el diario La República (25/06/2011).

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