Queremos confiar en que es posible construir un país en donde la persona sea el centro de todo, lo más importante y donde la consideremos nuestro principal sacramento, porque cada uno somos imagen y semejanza de Dios.
Queremos construir un país sin pobres, sin desnutridos que se mueren de hambre o se quedan limitados de inteligencia de por vida, porque no tuvieron lo necesario en su primera infancia; porque nuestra sociedad no supo darles el cobijo necesario, pese a que llevamos 10 años de continuo crecimiento económico. A ellos les debemos principal atención pero no asistencialismo ni dádivas; empleo productivo, iniciativas empresariales, capacitación… pero no regalos.
Queremos confiar que se terminarán los abusos hacia los más débiles, recuperándose derechos laborales, respetando el medio ambiente, reinvirtiendo buena parte de las ganancias que se generan, tributando de forma justa, redistribuyendo y garantizando un crecimiento para todos y a todo nivel, velando por el desarrollo inclusivo y con equidad en todas las regiones de nuestro país.
Queremos construir una democracia que se respete y sea respetada, mejorando todos los mecanismos participativos de la población; garantizándose instrumentos efectivos de fiscalización, propiciando los cambios en el sistema político, que permitan reforzar su mejor funcionamiento, la representación y la búsqueda del bien común. Una democracia en la que el voto de cada ciudadano sea respetado y valorado; se ejerza con libertad y no se diluya en el miedo; sea signo de conciencia, compromiso, identidad y responsabilidad.
Queremos confiar en que podemos mirar el futuro sin incertidumbre o pesimismo; sin que sigamos marcados por ese pasado de violencia, corrupción, autoritarismo, mala administración económica y política del país, desánimo cultural o la increencia de nuestras propias posibilidades. Somos un país grande, con una gran historia, multiétnica y pluricultural, hermosa diversidad, creatividad e iniciativa, gente generosa y de mucho potencial; queremos que todo ello marque en adelante nuestro camino.
Queremos construir una Iglesia comprometida con los más pobres, que resalte los valores de respeto, tolerancia, solidaridad y diálogo, en la cual existan servidores comprometidos y no jefes; una Iglesia en la cual el cultivar sentidos de libertad y responsabilidad sea irrenunciable; una Iglesia de ciudadanos “adultos”, en la cual no se necesite que se nos diga lo que tenemos que hacer, cómo debemos comportarnos e incluso por quién votar en una elección.
Queremos confiar que surgirán más liderazgos que vayan sintonizando mejor con un sentido común de servicio y empatía, con amor al país y al mundo, cosmopolitas con raíces, de trabajo exigente, sencillos y aportando cosas concretas.
A la luz de lo mencionado y de lo que cada uno tiene en su corazón y pensamiento, reflexionemos sobre nuestro voto a emitir el próximo 5 de junio. Realmente sí importa quién pueda salir elegido. Tenemos que saber elegir y sentirnos parte de lo que viene después, con responsabilidad, apertura, identidad y patriotismo.
Lima, 26 de mayo de 2011
MESA DE MOVIMIENTOS LAICALES
Comunidad Héctor de Cárdenas – CHC; Comunidad de Vida Cristiana – CVX; Equipos Docentes del Perú – EDOP; Juventud Obrera Cristiana – JOC; Movimiento Internacional de Apostolado en los Medios Sociales Independientes – MIAMSI; Movimiento de Profesionales Cristianos – MPC; Movimiento de Trabajadores Cristianos – MTC – Unión Nacional de Estudiantes Católicos UNEC
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